AUTOR: Marco Aquiáhuatl Rivera
Ocuparse de las críticas vertidas por los enemigos es quizás una pérdida de tiempo; porque, como dijo un pensador, no hay enemigos de buena fe; todo lo bueno que se realice nunca será suficiente para ellos, ni siquiera cuando los propios disidentes sean los primeros beneficiados. La oposición, “anti-Antorcha” en Mexquitic de Carmona, carente de argumentos medianamente elaborados, ha recurrido a la trillada xenofobia localista, para generar una aversión insana contra todo aquel que no sea oriundo del municipio y aspire a ocupar un puesto de elección popular. No vale la pena explicarles a quienes tienen los oídos cerrados por prejuicios o ambición desmedida; pero sí nos interesa aclarar el asunto a los habitantes más receptivos y bienintencionados.
Comencemos por ser claros: buena parte de los que se oponen al proyecto antorchista no son novatos en la política; lejos de ello, saltar de un puesto a otro ha sido su modo de vivir y una vía para enriquecerse fácilmente. Cuando han tenido la oportunidad de gobernar, nada nuevo han hecho, más de lo mismo: abandono, simulación, corruptelas, tráfico de influencias... y esto ha traído un serio abandono en el desarrollo de las comunidades. Es decir, su crítica parece más un desembozado cinismo cuando lo comparamos con lo que ellos lograron siendo funcionarios. Con esto comprobamos, además, la falsedad de su postura: ser oriundo de Mexquitic garantiza que el gobernante tendrá mayor interés por su municipio. Falso. Nacer aquí no implica necesariamente un amor genuino a sus raíces. No son pocas las veces en que los ganadores de las elecciones se han enriquecido a costa de los mexquitenses, importándoles muy poco lo que necesitan sus comunidades. Digámoslo sin rodeos: su carrera política comenzó sólo por preocupaciones personales, por su llana ambición, y muy poco, pero muy poco, por una preocupación legítima por sus paisanos. De lo contrario, su trayectoria política hubiese comenzado mucho antes y al margen de su lucha por obtener el poder; como sí lo hacen los activistas antorchistas, que trabajan no sólo en temporada electoral, sino todo el año (y a las pruebas nos remitimos). Desechemos las acusaciones baratas de que el antorchismo crece a base de engañar a la gente (¿realmente creen que los habitantes son tan faltos de sentido común?); los grupos antorchistas aumentan porque los problemas que les hemos resuelto son numerosos, la gente se acerca a nosotros porque han hallado alguna solución a sus cuantiosas carencias. Si sus administraciones fueron tan exitosas, ¿por qué la gente se agrupó tan exitosamente con nosotros?
Agreguemos que la inmensa mayoría de los activistas que lideran a los antorchistas son mexquitenses; y que los dirigentes principales han hecho más por el municipio que sus más “connotados” detractores. Bajo su engañoso criterio: ¿deberíamos de reprocharle al general Emiliano Zapata que no se haya quedado en su natal Morelos para revindicar los derechos únicamente de sus paisanos? ¿O demeritar al insigne mexquitense Damián Carmona Ortiz por combatir heroicamente a los franceses en Querétaro y no en su natal San Luis Potosí? Absurdo.
Ahora bien, para nadie es un secreto que el proyecto antorchista es una propuesta nacional, es decir, que es una plataforma política que quiere cambiar, para bien, la vida de todos los mexicanos, que busca, precisamente, la unión y colaboración de todos para enfrentar problemas comunes, como la pobreza y la desigualdad. Creemos que la agrupación de los mexicanos es la garantía del progreso y no lo que sostienen nuestros calumniadores: el asilamiento y el divisionismo. La obstinación de aquellos se traduce en propagar la idea falsa de que gente externa quiere el poder para llevarse la riqueza a otros lados; ¿cuáles son sus pruebas? A decir verdad, ninguna. En cambio, los que “no se llevaron el poder a otros lados”, se lo llevaron a sus bolsillos, de la noche a la mañana, construyeron nuevas casas y, en general, acrecentaron sus posesiones, allí mismo, y a la vista de todos.
Lo que nunca dirán es que la planilla que propone el antorchismo para encabezar la presidencia municipal está compuesta, en su totalidad, por liderazgos de varias de las comunidades de este municipio. Y en este sentido, también, es más representativa que los proyectos individualistas de compadrazgo e influyentísimo. Nuestras propuestas tienen respaldo popular, auténticamente fincado, insistimos, en que conocemos de primera mano las necesidades de las comunidades; no estamos improvisando: llevamos mucho tiempo trabajando de la mano de los habitantes, de todas las localidades para mejorar sus condiciones de vida. Las diferencias son, pues, evidentes. Y con todo, mientras las otras posiciones se ocupan en enlodarnos con calumnias y mentiras, nosotros refrendamos, una y otra vez, nuestro compromiso por hacer crecer nuestro municipio, con la colaboración de todos y por el bien de todos, incluso para los que reniegan tercamente de nuestro avance.
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