Yo siempre he creído y dicho que no sabemos lo fuertes que somos hasta que ser fuertes es nuestra única opción.
No se me ocurre manera más contundente de demostrárnoslo que lo vivido en 2020. Confirmé que no hay nada más importante que el ser adaptables, porque eso nos hace prácticamente invencibles ante cualquier situación y también, lo increíblemente creativos que hemos resultado ser para resolver todo lo que hemos enfrentado, cómo hemos creado nuevas formas de trabajar, de comunicarnos, de conectar y de cuidarnos.
A lo largo de este año tan excepcional hemos hablado de fe, resiliencia, incertidumbre, creatividad, burnout sedentarismo, y más, y POCAS cosas me han conmovido tanto como el verlos a ustedes aprender sobre estos temas con los brazos abiertos y la cabeza en alto. Y saber que, con todo lo que está pasando allá afuera, no quitaron el dedo del renglón y siguen en su camino de crecimiento para convertirse en su mejor versión, me llena de paz.
Sin embargo, uno de los temas centrales de estos últimos diez meses ha sido la familia, porque la hemos tenido que extrañar, porque en algunos casos la hemos visto poco como un acto de amor, porque la salud de nuestra familia a estado en los primeros lugares de nuestra lista de preocupaciones y sí, para otros, esta pandemia les ha permitido distancia, crítica y descanso de la suya. Por eso, decidimos en Revista moi, cerrar el año 2020 con uno de los temas más enredados, más definitorios de quienes somos y más complicados que existen: LA FAMILIA. ¿Están de acuerdo que absolutamente TODO parte de ahí? Bien dice mi adorada Tere Díaz –y probablemente todos los psicoanalistas del planeta– que todo empieza y termina ahí; ahí nacemos y ahí nos desarrollamos. No hay forma de que su influencia no condicione quienes somos.
Pero sí creo firmemente que lo que no corriges, repites, entonces también, como dice Juan Pablo Arredondo, “Tu primer núcleo de pertenencia siempre será tu hogar, tus hermanos, tu casa y tus papás y cuando tienes una relación de rencor, no puedes funcionar en tu vida adulta”. PUNTO. Y hay que analizarlo para poder corregirlo. Por ejemplo, a mí no me funcionó el psicoanálisis. Yo no sé si es porque soy muy impaciente y no quería recorrer todos los detalles de mi infancia o por qué, pero de que lo tuve que trabajar, lo tuve que trabajar.
Así que en verdad espero que esta edición diciembre/enero les sirva para reflexionar, para cuestionarse y para lamerse las heridas que tal vez tampoco les han permitido disfrutar a sus familias. Y acuérdense que sin eso, es difícil tener en orden todo lo demás. Gracias por leernos, por vernos, por creernos, por seguirnos, por reír y llorar con nosotros. We’re all in this together! Y juntos saldremos de esto mejores y más fuertes. Love you all and THANK YOU!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario