DANIEL ZAINOS Y AZUCENA RANGEL
Ciudad de México / 01.11.2020 05:49:55
¿Quién no ha escuchado la leyenda de La Llorona el Día de Muertos? ¿Y la canción? Ambas son un referente de la cultura popular mexicana y su adaptación, con el paso del tiempo, se debe a transmisión de generación en generación. El relato de la madre que le llora a su descendencia muerta está estrechamente relacionado con momentos históricos, tanto así que se piensa su origen en el papel de La Malinche en la Conquista o la veneración a la Coatlicue.
Debido a su origen folclórico, la canción de La Llorona no tiene una letra fija y sus estrofas se han llegado a contar por cientos, todo depende de quién la interpreta y el momento en el que lo hace. Chavela Vargas, tal vez su intérprete más famosa, la cantaba de forma distinta en cada una de sus presentaciones.
El relato, cantado o contado, se adapta de acuerdo a la ocasión, en una cuestión muy práctica, así lo menciona el filólogo alemán Martin Baxmeyer al estudiar el tema.
“Las funciones pragmáticas del mito también son múltiples y a veces contradictorias: el mito de la Llorona puede servir para espantar a los niños, para exhortar a los hombres a que sean fieles a sus esposas (y, en algunas versiones, a que dejen de empinar el codo), para advertir a las mujeres de que no busquen una mayor libertad sexual, como parábola de la justicia divina, y mucho más –a menudo todas a la vez”, escribió en un artículo.
El retrato del dolor materno es una de las características intrínsecas de esta historia popular. La mujer de blanco que recorre las calles, inundándolas con su llanto, "es una mera sombra de un ser humano, reducida para siempre al único aspecto que le queda de su vida anterior: su pena", especificó Baxmeyer.
Esa es tal vez la esencia de lo realizado en marzo de este año durante la marcha del 8M por un grupo de artistas que decidió hacer un correlato para darle voz a todas las mujeres que han sido asesinadas en México, pero también a sus madres, quienes las vieron partir hacia a su escuela y tuvieron, después, que reconocerlas en el forense, como lo cantan.
El colectivo de arte holandés SnowApple convirtió La Llorona en un llamado ante el machismo y la ola de feminicidios en México, que tan sólo en lo que va del año ha acabado con 704 vidas, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, esto además de las 19 mil 204 mujeres y niñas desaparecidas, según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas.
VIDEO ▶ | "Desde la frontera norte hasta la frontera sur, hay un reguero de huesos llorona, que alguna vez fueron tú"
— Milenio (@Milenio) March 8, 2020
Así cantan 'La Llorona' #feminista durante #Marcha8M
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Esta canción es parte de un llamado de lucha, pero sobre todo para que a nivel mundial se dé a conocer el problema tan grave que se tiene con los femicidios y las desapariciones de las mujeres en México.
Jimena Matos, quien también ha formado parte del proyecto de la nueva versión de “La Llorona”, compartió que, cuando de manera pública presentaron el tema, se sintió feliz de saber el impacto que éste generó para las mujeres, pero sobre todo para madres cuyas hijas se encuentran desaparecidas o han sido víctimas de femicidio.
“Hacer este performance de la canción me enseñó que hay muchas mujeres que están sufriendo mucho más que nosotras, entre ellas mamás cuyas hijas han sido asesinadas. Este tipo de canciones son para que sus hijas puedan seguir vivas en todo lo que hacemos”, dijo.
En México, la historia de La Llorona resuena una y otra vez, ahora no es solamente una madre la que llora por la pérdida de sus hijos, sino miles que sufren la muerte o desaparición de sus hijas. Casos como el de Yesenia Zamudio, quien desde el 2016 no ha parado de buscar justicia por el feminicidio de su hija Mari Chuy en el Instituto Politécnico Nacional, son sólo unos de tantos, de madres que luchan día con día en la búsqueda de justicia.
Sin embargo, más allá de los feminicidios, también muchas madres lloran ante al recorrer baldíos o desiertos en busca de alguna pista de sus hijas; como lo fue con la señora Nora Lidia, quien buscó por más de dos años el cuerpo de su hija y hace una semana por fin dio con él tras exhaustivas búsquedas en el norte del país.
Así como ellas, al día existen diez madres que lloran la muerte de sus hijas, que entre lágrimas y esperanza se vuelven rastreadoras para encontrarlas, en un país que parece no dar tregua con las mujeres en su búsqueda de paz y justicia.
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